La definición más común de probiótico es la de «suplemento microbiano vivo de alimentación que afecta de forma beneficiosa al animal anfitrión mejorando su equilibrio microbiano intestinal». Esta definición deja en evidencia la esencialidad de las células vivas de los alimentos probióticos.
La mayor parte de las defensas de nuestro perro o gato, al igual que las nuestras se encuentran en el intestino. Allí se localizan las bacterias «beneficiosas» que nos ayudan en el sistema de defensa frente a organismos extraños. Estas bacterias nos protegen de diversas formas que a continuación detallamos:
– Por un lado, tanto los microorganismos beneficiosos como los patógenos se alimentan de las mismas cosas por lo que entre más cantidad de microorganismos haya en nuestro intestino, más posibilidades de que los agentes patógenos mueran.
– De la misma forma ambos microorganismos, malos y buenos, se adhieren a las paredes del intestino para no ser barridos hacia fuera por los movimiento peristátlticos por lo que si el número de bacterias buenas supera a las malas, éstos quedarán sin lugar en el que adherirse y serán arrastrados hacia fuera.
– Además los microorganismos beneficiosos ayudan a hacer la digestión, crean vitaminas que serán una fuente secundaria de recursos para el anfitrión, aumenta la actividad macrofágica del sistema inmunológico y tiene un efecto antimicrobiano directo.
