Murió Anapka, la burra que saltó en paracaídas. Durante el verano pasado, unos seres abominables -porque no se puede llamar personas a quienes cometen brutalidades contra animales- le pusieron un paracaídas al burro hembra Anapka, para que volara sobre el Mar de Azov, en Rusia.

La «genial idea» fue de unos ignorantes que pensaban así hacerle publicidad a una empresa local, pero seguramente desconocían las consecuencias esperables que este acto bárbaro tendría sobre la salud del animal: el estrés ocasionado por el salto tuvo efectos devastadores sobre el sistema nervioso de Anapka, que acaba de morir después de haber sufrido un paro cardíaco.

Anapka estaba en rehabilitación -todas las semanas la llevaban a Moscú, a la Escuela de Hipismo del Kremlin, para tratarse- pero según su veterinaria, Iulia Dobrovolskaia, las prácticas no estaban surtiendo demasiados resultados. Ya mucho no se podía hacer; Anapka había dejado de comer y su estado general de salud era muy malo.

Al ser entrevistada, Dobrovolskaia confirmó lo que cualquier persona capaz de entender a los demás seres sensibles sabe sin que nadie se lo diga: «hacer volar a un animal sin anestesia es una tortura, que le provoca un estrés extremo». Mientras tanto, el dueño de Anapka está respondiendo a los cargos formulados por entidades de defensa de los animales.