Ladrillos de cáñamo en construcciones ecológicas. La fibra de cáñamo se empleaba ya hace 8.000 años y hoy está presente desde el sector textil al sector de la construcción, pasando por la producción de semillas y aceites o combustibles ecológicos y plásticos.

Uno de los usos más innovadores de las fibras de cáñamo es justamente en la construcción. Y una empresa en particular tiene como objetico revolucionar el mundo inmobiliario ya que fabrica ladrillos sin necesidad de arcilla.

Hace nueve años, la arquitecto alemana Monika Brümmer instaló en Guadix (Granada) la empresa Cannabric, donde fabrica artesanalmente ladrillos de cáñamo, tan resistentes como los normales pero con cualidades mucho más ecológicas. Y a pesar de lo que se pueda pensar por su relación con el cannabis, están homologados y su uso en la construcción es perfectamente legal.

El bloque está formado por fibras vegetales de cáñamo industrial, cal hidráulica natural y una mezcla de minerales, además de tierra procedente de las cuevas de Guadix. «Los componentes se mezclan, se prensan unos bloques macizos y se secan al aire, por lo que el consumo de energía en la fabricación es bajísimo», nos explica Brümmer.

Entre las ventajas de estos ladrillos naturales está su componente aislante, lo cual hace que las viviendas hechas con cáñamo tengan las mismas características que las casas cuevas granadinas. «Las casas hechas de Cannabric tienen un elevado confort térmico, acústico y bioclimático. Estos ladrillos regulan las temperaturas y la humedad ambiental, como en una cueva pero con muros exteriores de tan sólo 30 centímetros de espesor», nos explica la arquitecto.

Es resistente a las cargas y al fuego, sirve para fabricar edificios de varias alturas y, además, contribuye a cuidar el medio ambiente.

A esto hay que añadir que con el cultivo de este tipo de cáñamo (que no hay que confundir con el de la marihuana) se mejoran los suelos y se reduce la contaminación ambiental, dado que no precisa de herbicidas ni pesticidas.

Pero no todo es tan fantástico, entre sus inconvenientes está el precio. Un ladrillo con medidas 30 x 14,5 x 10,5 centímetros, está cerca de costar un euro, mientras que los ladrillos cerámicos (que suelen medir 24 x 11,5 x 6 centímetros) tienen un coste de entre 0,10 euros y 0,40 euros cada uno.

Sin embargo, el mayor coste inicial es amortizado a la larga por el gran ahorro energético que conlleva su uso.