Hay tres épocas fundamentales para apuntarse al gimnasio: en enero tras las comilonas de Navidad, durante la operación bikini, y después de verano, como propósito de una nueva etapa. Pero si hay algo que nos echa para atrás, es el tipo de fauna que habita en estos sitios. Seguro que te has topado con ellos alguna vez.

El que no puede con su alma 

Sí, o seguro que lo has visto tú, o eres tú uno de estos tipos. De esos que ya de por sí, te cuesta ir al gimnasio. Y después, tras diez minutos corriendo, o en alguna de las máquinas, crees que has hecho el esfuerzo del siglo. Y de tal cansancio, te quedas dormido en la máquina.

Tranquilo, todos hemos pasado por esa etapa. Son los primeros quince días, cuando estamos entrando en la rutina, y sentimos morir, cada vez que pisamos el gimnasio. Pero bueno, con el tiempo, suele pasarse esa sensación y dejamos de ser ese típico pintamonas.