Sí, sabes perfectamente que Renoir fue un artista, aunque probablemente lo sepas porque hay unos cines con su nombre. Pero fue mucho más que eso, porque fue una autoridad en su campo, que fue el Impresionismo. Es uno de esos movimientos artísticos que a todo el mundo le gusta, porque se le entiende muy bien: se quiere captar la impresión del tiempo que pasa, y eso se puede apreciar en la luz y en la atmósfera que se plasma en la obra. 

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La luz, o el viento también son factores que se tienen en cuenta. Y se pinta sobre todo paisajes. De todo tipo, ya sea agua, tierra o campos de flores. Pero la verdad es que cada pintor impresionista, podríamos decir, tiene su especialidad. Y Renoir era un artista especializado en personas. 

Mientras que Camille Pisarro tenía una gran devoción por los caminos, Monet pintaba el agua en su obra, con los nenúfares. Y Renoir, se especializaba en personas. Por eso, seguro que conoces alguno de sus cuadros más famosos, como «El Columpio», o «El almuerzo de remeros», que también sale no el original, sino una copia, claro, en la película de «Ameliè». E

Una de las cosas más asombrosas que debemos apreciar en las obras de Renoir es la incidencia de la luz del sol sobre las personas. La pincelada tiene las mismas características que el resto: una pincelada básica, ideal para no gastar tiempo en el relleno, pero lo suficiente para tener un cuadro con ese estilo determinado. Se tomaba su tiempo necesario para hacer un retrato perfecto, y efectivamente, era bueno. El Impresionismo siempre se ha asociado con paisajes, pero no es imposible realizar un cuadro impresionista en el que salgan personas. Si quieres ver alguna de sus obras puedes visitar el Thyssen-Bornesmiza. Será un paseo agradable.