A una solterona de 50 años mientras estaba sentada en una mecedora, al tiempo que acariciaba un gordo y panchorriento gato, se le presenta su hada madrina que le ofrece tres deseos.

-Quiero ser una mujer rica- pide.

-Concedido – dice el hada y le llena la casa de oro.

-Quiero ser otra vez aquella bella señorita que fui.

-Concedido – y rejuvenece por arte de la magia.

-Quiero que mi gato se convierta en un príncipe azul.
Y un joven musculoso de facciones perfectas y ojos azules como el océano le acaricia la frente y le dice:

-Seguro que ahora te vas a arrepentir de haberme castrado.