La noticia de un embarazo es casi siempre motivo de alegría y celebración, descubrir que dentro de un tiempo (que en ese momento parece muy lejano) habrá un nuevo ser entre nosotros invade a las familias de alegría, que desde entonces sólo esperan que todo siga su curso correctamente. Cuando una mujer se queda embarazada su vida ya se ve alterada incluso antes de que nazca su bebé. Para que el feto se desarrolle correctamente y con el fin de intentar evitar algunos problemas, la madre ha de limitar algunas actividades, adaptar otras y cambiar algunos hábitos, como por ejemplo los alimenticios. Todo esfuerzo es poco cuando lo que queremos es que nuestro bebé venga bien.

Una de las dudas que asalta a las embarazadas primerizas es si podrán seguir manteniendo relaciones sexuales con su pareja con la habitual normalidad o si por el contrario tendrán que evitarlas, minimizarlas o cambiar de rutina sexual. También los papás pueden sentirse intimidados por ese minúsculo ser que crece en la barriga de sus parejas, creyendo que su futuro hijo puede sentirlos o incluso que ellos pueden llegar a tocarle si tienen relaciones excesivamente agitadas.

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La literatura médica ha demostrado que nada más lejos de la realidad, el sexo en el embarazo, siempre que no exista un problema o riesgo asociado a la gestación, no sólo está permitido sino que es incluso recomendable, ya que el bebé es capaz de sentir el estado positivo de tu su madre, además de que el sexo servirá de entrenamiento al útero de cara a contraerse, aunque obviamente las contracciones que puede sufrir una mujer a causa del sexo son muy flojitas y no modifican el estado del cuello uterino ni lo abren.

Pero ¿qué es lo que siente exactamente el feto cuando su madre mantiene relaciones sexuales?

El líquido amniótico que comparte espacio con el bebé en la bolsa tiene la función de protegerle y aislarle, tanto de ruidos, como de posibles golpes del exterior, etc. Esa bolsa y ese líquido, además, evitan que cuando se produce el coito entre los padres, el papá pueda “tocar” al bebé. Lo que el feto sí que puede sentir es el estado de ánimo de su madre, sólo por ello ya es beneficioso para el bebé que sus padres no cesen de tener relaciones sexuales. Y también sentirá si su madre tiene un orgasmo, ya que este provocará una contracción (muy ligera como hemos comentado anteriormente) en el útero y que la medicina ha garantizado que es absolutamente inofensiva y no pone en peligro al bebé de ninguna forma.

En conclusión, aquellas mujeres con embarazos de bajo riesgo pueden seguir manteniendo tranquilamente relaciones sexuales con sus parejas, sin limitaciones más allá de que la madre se sienta cómoda.