Es algo que habitualmente hacemos: compramos una botella de agua, y terminamos usándola en nuestro día a día, para llevar agua a la facultad, al trabajo, o simplemente llevándola encima en verano, para intentar no ahogarnos con el calor. Sin embargo, un día cualquiera, nos fijamos en la etiqueta, y nos damos cuenta de que pone que la botella es de un solo uso y no se debe reutilizar. ¿Por qué?

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La solución es bastante sencilla, y es por el tipo de plástico del que está hecha la botella. Se denomina PET, que es el tereftalato de polietileno. Normalmente sabemos que es de este material, porque tiene en su etiqueta un triángulo hecho de flechas, que dentro pone un «1», y debajo, las siglas en inglés, ˝PET».

El plástico, y más en condiciones de humedad, puede llegar a ser un campo de cultivo para microorganismos. Estamos hablando de hongos y de algunas bacterias que pueden afectar a nuestro cuerpo. Y se adhieren con mucha facilidad al material del que está hecho la botella de plástica, cosa que no ocurre tan frecuentemente con las botellas de vidrio. Además de ello, el plástico, al estar contacto con el agua durante mucho tiempo, puede ceder alguno de sus elementos, como el antimonio, y aunque no supone en principio un peligro para la salud, mejor prevenir que curar. 

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Otra de las razones puede responder a cuestiones comerciales, ya que si las rellenamos, no volvemos a comprar agua envasada durante mucho tiempo, o también porque hay personas que suelen reutilizarlas para rellenar algunos líquidos caseros que resultan no ser agua (alcohol, algunas soluciones de limpieza…), y puede llegar a ser confuso para una persona ajena a la preparación de esta solución líquida. Parece sorprendente, pero hay varios casos al año de intoxicación, y responde a estos motivos.