Las mujeres embarazadas suelen tener mil dudas, acerca de lo que es el proceso de gestación, y el nacimiento del bebé que viene. Y muchas de esas dudas tienen que ver con el entorno que les rodea. Así, se intenta eliminar todo lo perjudicial para ellas y para el bebé: alejarse de las personas que fuman, evitar ciertas comidas… y luego está el tema de los animales. Porque seguro que has oído alguna vez que las mujeres embarazadas y gatos son una combinación bastante mala que hay que evitar. ¿Qué hay de verdad en esto, y qué es lo que hay que saber? Eso es lo que te vamos a contar.

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El principal problema de esto tiene un nombre: la toxoplasmosis. Esto es una enfermedad que de verdad es infecciosa, y que puede dañar gravemente, no solo a la madre, sino que sobre todo es malo para el feto. Por supuesto, hay mucha exageración en torno a este problema, pero también tiene su base lógica: y es que cuando estás embarazada, quieres evitar a toda costa las posibilidades de que algo vaya mal. Y si el gato es una fuente de toxoplasmosis, mejor deshacerse de él. 

En realidad, la toxoplasmosis puede venir de otras vías, como por ejemplo, comer carne cruda, o verduras que no han sido lavadas correctamente. Esta enfermedad la tienen los animales, y el gato es el único que puede alojar el virus, de ahí que preocupe en exceso. Puedes ser lo cauto que quieras, pero pregunta a los expertos para tomar una decisión: la toxoplasmosis también pueden adquirirla las personas que están en contacto con la tierra, como jardineros. 

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Los gatos pueden infectarse por pájaros y roedores, y si tienes miedo de que te lo pase a ti, piensa esto: las heces deben estar expuestas entre 24 y 48 horas, y nosotros las limpiamos cada día. Y además, para contagiarse tienes que estar en contacto directo con las heces, o consumirlas. Y no se nos ocurre de ninguna manera. Pero como todo, mejor consultar, y luego decidir.