La creencia general dice que el chihuahua es una de las razas de perros más difíciles de entrenar. Sin embargo, la paciencia y el esfuerzo pueden convertir esa realidad en una verdad a medias, pues en último caso el mismo dueño puede hacer el trabajo de adiestrarlo.

La primera necesidad es que desde una temprana edad se los enseñe a socializar, tanto con las personas que habitan a su alrededor como con otros animales si es que existen bajo el mismo techo. Así también, hay que mostrarles el espacio de que disponen en la casa o piso, acostumbrarlos a los lugares a que pueden acceder sin restricciones así como a los que no.

Contra lo que puede creerse, regañarlos cada vez que hacen algo inadecuado no sirve. Hay que mostrarles con paciencia el sitio donde deben hacer sus necesidades, con el método simple de prueba de ensayo/error hasta que le tomen el pulso. 

Si se tiene un cajón o perrera donde duerme el animal ayudará a que por la noche sus intestinos y vejigas se acostumbren a ser controlados, pues el chihuahua es susceptible generalmente a dejar limpio el lugar en donde pernocta. Claro que a la mañana ya tiene que tener bien aprendido el lugar donde hacer sus necesidades.

Lo demás es nada más que persistencia.

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