La adolescencia es uno de los períodos vitales en los que más cambios se experimentan en todos los sentidos. Se can cambios físicos, psicológicos y emocionales. También es un periodo iniciático en el que todos los adolescentes experimentan para llegar a un periodo de maduración. Esto es así también con las prácticas sexuales, a las que dichos adolescentes se acercan sin ningún tipo de control o información y puede implicar ciertos peligros para ellos y su salud.

Adelanto de la edad de inicio de las primeras relaciones sexuales

Educar a los jóvenes respecto a la vida sexual se hace cada vez más necesario
Educar a los jóvenes respecto a la vida sexual se hace cada vez más necesario

Hay muchos estudios que indican que las prácticas sexuales se inician cada vez a edades más tempranas. Es probable que la escasa formación recibida en este sentido sea en parte responsable de este problema.

Lo cierto es que los adolescentes se inician muy pronto en el sexo sin tener en cuenta las consecuencias en ningún sentido. Consecuencias que más allá de los embarazos no deseados o las enfermedades de trasmisión sexual – ya graves de por sí – tienen repercusión también en la esfera psicológica.

Los jóvenes se acercan al sexo con muchas ganas de experimentar pero también con muchas inseguridades y mucho descontrol que puede llevar a decepcionarles o a generarles falsas expectativas.

Relaciones sexuales sin protección

Los adolescentes no temen ni a los embarazos no deseados ni a las enfermedades de trasmisión sexual
Los adolescentes no temen ni a los embarazos no deseados ni a las enfermedades de trasmisión sexual

Otro de los grandes problemas de las prácticas sexuales precoces es la ligereza con la que estas ocurren, en el sentido de que son relaciones que no analizan las consecuencias y por lo tanto no media entre ellas ningún medio de protección.

Aunque uno de los miedos más inmediatos que suelen tener los adolescentes que practican sexo es el embarazo no deseado – especialmente las mujeres – por lo general, conocen los métodos para evitarlo o interrumpirlo a los que pueden acudir tras el acto sexual en sí. Esto resulta muy curioso, pues en vez de ser precavidos con anterioridad al contacto sexual, prefieren tener que «solucionar» el problema a posteriori: bien con la píldora del día después bien con la interrupción voluntaria del embarazo. De hecho, la tendencia es que los adolescentes actuales conocen más en profundidad las fórmulas para interrumpir un embarazo que las formas de evitarlo.

Lo que parece que no les preocupa mucho son las enfermedades de trasmisión sexual. Por desconocimiento, por falta de información o por vergüenza, lo cierto es que la mayoría de los adolescentes no contemplan protegerse para evitar una enfermedad que puede condicionarles el resto de su vida. Además, la gente joven cree que el enemigo a «evitar» es el VIH o SIDA, pero desconocen el resto de enfermedades – que son más comunes de hecho – como la gonorrea, la clamidia, los herpes genitales o el virus del papiloma humano.

Relaciones promiscuas o múltiples parejas sexuales

La promiscuidad incremento el riesgo de contraer una enfermedad de trasmisión sexual
La promiscuidad incremento el riesgo de contraer una enfermedad de trasmisión sexual

La promiscuidad o las relaciones frecuentes con más de una persona implican un riesgo mayor, que las prácticas sexuales entre personas con pareja estable.

Cuando uno está con una persona, conoce más o menos su trayectoria, sus hábitos sanitarios y su historial sentimental, así que es más fácil controlar las enfermedades de trasmisión sexual.

Sin embargo, cuando estamos con una única persona es más difícil que nos contagien una enfermedad aunque solo sea por pura estadística. De hecho, el aumento de la incidencia de las enfermedades de transmisión sexual viene dado precisamente por el aumento de la promiscuidad y la libertad sexual que tiene cosas positivas, pero desde el punto de vista sanitario es más arriesgado.

Relaciones sexuales bajo los efectos del alcohol o las drogas

El alcohol y las drogas ayudan a disminuir la percepción del riesgo y de las consecuencias
El alcohol y las drogas ayudan a disminuir la percepción del riesgo y de las consecuencias

El consumo de alcohol o drogas disminuye la percepción del riesgo de una forma general, y por supuesto también lo hace sobre las practicas sexuales. En este sentido, los adolescentes bajan la guardia y se olvidan de las medidas básicas de protección contra las enfermedades de trasmisión sexual o embarazos.

Además, el consumo de alcohol o drogas es un potente «facilitador» de relaciones sexuales, es decir, que nos anima a relacionarnos en general y a «querer» más a nuestros pares.

No es poco probable que los adolescentes bajo el efecto del alcohol o las drogas tengan relaciones sexuales con individuos con los que no lo tendrían si no hubieran bebido; pero por desgracia, no son muy conscientes de las consecuencias.

Relaciones sexuales a cambio de drogas o dinero

Si no les enseñamos el valor de su cuerpo y su dignidad los adolescentes pueden llegar a comercializar con su cuerpo
Si no les enseñamos el valor de su cuerpo y su dignidad los adolescentes pueden llegar a comercializar con su cuerpo

Los adolescentes suelen tener poco criterio respecto al valor de las cosas, especialmente de las cosas abstractas. No porque tengan poco en el sentido de cantidad, sino porque no lo tienen en su justa medida.

Esto es así con el valor de su propio cuerpo o su dignidad por ejemplo. Esto les convierte en vulnerables frente a personas de mayor edad que quieran engañarlos.

Una de las prácticas sexuales que más preocupa a muchos padres es que los adolescentes lleguen a comercializar con su propio cuerpo para conseguir dinero – en caso de padres con presupuestos estrictos – o droga.

Relaciones sexuales sin afecto

Muchos adolescentes se inician en el sexo como algo primitivo carente de afecto
Muchos adolescentes se inician en el sexo como algo primitivo carente de afecto

Vale que cuando dos personas adultas se encuentran y deciden tener un encuentro consensuado no tiene porque mediar una relación sentimental entre ellos, ni amor, ni una gota de sentimiento.

Como adultos que son, pueden otorgarle a dicho encuentro sexual la categoría que quieran. Eso no les hace daño, pues tienen la madurez suficiente para conocer de antemano lo que eso va a suponer.

Sin embargo, cuando ese encuentro se produce entre dos adolescentes a menudo hay una falta de sincronía en dicho encuentro. A veces uno se implica demasiado y el otro nada, o cosas por el estilo. La falta de madurez lleva implícito un punto de idealismo que puede hacer mucho daño a los jóvenes inexpertos. Entrar en una dinámica de encuentros sexuales sin ningún tipo de afecto también puede tener efectos negativos en la vulneravilidad del mundo adolescente.