No hace más de un año que Penelope Gazin, Kate Dwyer y Keith Mann abrieron Witchsy, una página web excéntrica, obscena y cargada de humor negro, destinada a la venta de arte y de ropa de diseño. Un proyecto que acabó captando rápidamente la atención de importantes medios especializados, y todo gracias a un socio fantasma.

¿Y a qué se debe su rápida notoriedad? Gazin y Dwyer reconocen que no estarían donde se encuentran, si no fuera por la imprescindible labor que llevó a cabo su tercer copartícipe. Todo parece normal, sin embargo, Keith Mann nunca existió, solo era un socio fantasma creado por ellas mismas a través de correos electrónicos.

Inventaron a un socio fantasma, Keith Mann

Inventaron a un socio fantasma, Keith Mann

En tan solo 12 meses, Witchsy ha ganado casi 200.000 euros, lo que corrobora su buen trabajo. De hecho, les pagan a todos sus colaboradores un 80% por cada transacción obtenida. Según las fundadoras, el objetivo no es el de crear una gran empresa, sino una plataforma para que los artistas puedan vender sus trabajos sin censura.

Gazin y Dwyer aseguran que solo tuvieron que fijarse en los artistas y diseñadores masculinos que trabajaban para ellas. A pesar de la jerarquía, siendo ellas sus superiores, dichos colaboradores utilizaban un lenguaje muy grosero en los correos electrónicos que les enviaban, con frases como: “Mirad, chicas…” y cosas similares.

Se notaba que la comunicación en su círculo era de colegas, pero las fundadoras estaban excluidas de tales códigos: “Estaba claro que nadie nos tomaba en serio. Pensaban que éramos idiotas”, cuenta Kate Dwyer a “Quartz”. Es entonces cuando decidieron que apareciera en escena el socio fantasma de Witchsy, Keith Mann.

Su socio fantasma era el hombre con quien todos querían hablar

Las fundadoras crearon un estereotipo que las ayudaría: “Él era el clásico hombre exitoso que había jugado al fútbol americano en la universidad”, desvelaba Penélope Gazin. “No se llevaba bien ni con Kate ni conmigo, pero le ilusionaba participar en nuestro proyecto, si bien opinaba que deberíamos buscarnos un marido”.

Su estrategia fue perfecta, su socio fantasma les ayudó a que pudieran mostrar una actitud diferente a la que sus socios comerciales esperaban de ellas por su condición femenina. Dwyer decía: “Como mujeres, muchas veces nos adaptamos primero a las emociones de los demás. Esto no es correcto en el mundo de los negocios”.

Su socio fantasma les demostró cómo el sexismo todavía está presente en nuestro día a día. Y cuando su estrategia salió a la luz, la gente no creía la posibilidad de que se tomaba más en serio a un hombre que a dos jóvenes exitosas.

Keith Mann, el socio fantasma de Witchsy, no solo ayudó a impulsar una empresa prometedora, sino que también nos permitió ver cuán descarado y descontrolado es el sexismo en nuestra sociedad actual… y lamentablemente, no parece que esto vaya a cambiar en un futuro próximo.