Ser freegan: una tendencia que crece en el primer mundo. Una vida basada en el respeto por los derechos de los seres vivos y la preservación del medio ambiente, despreciando las prácticas propias del capitalismo, que degradan no sólo los recursos naturales sino la dignidad humana y de los animales son los preceptos del freeganismo, movimiento que surgió durante los años 90 en los Estados Unidos.

El término une los vocablos «vegan», que designa a los vegetarianos que rechazan el consumo de todo producto de origen animal, y «free», utilizado para significar la liberación del consumismo desenfrenado. Así, ser freegan consiste en oponerse a las principales características del estilo de vida «civilizado» que se impuso en las sociedades industriales.

Los freegans rechazan todos los aspectos del modelo capitalista, desde trabajar durante seis u ocho horas diarias realizando tareas que no se consideran agradables, necesarias para la adquisición de mercancías que no son necesarias para vivir, y cuya producción genera contaminación e impacta gravemente sobre el medio ambiente.

De esta manera, para vivir de acuerdo a la propuesta del freeganismo se adoptan estrategias alternativas que tienen por fin reducir el consumo a un mínimo posible, como cultivar vegetales en huertas colectivas o utilizar restos de alimentos descartados por establecimientos comerciales que aún estén en condiciones de ser consumidos. Además, el pensamiento freeganista incentiva el uso de transporte ecológico y la reutilización y reciclaje de la basura.