En los últimos tiempos nos estamos encontrando con aficiones cada vez más extrañas. Una de ellas es la de adultos que quieren ser bebés. Sí, suena algo raro, pero tiene que haber de todo en este mundo… El caso es que la autonepiofilia, el deseo de llevar pañales, ropa de bebé y actuar como un recién nacido, tiene más adeptos de los que podría uno imaginar.

Polly Borland ha publicado una serie de fotografías que nos adentra en ese mundo, extraño para la mayoría pero que cobra sentido en las personas experimentan ese ¿trastorno? Se habla de que muchos de los «bebés adultos», como también se les conoce, no experimentan necesariamente una tendencia sexual hacia los niños. Es decir, que no se debe asociar este fenómeno a la pederastia, aunque sí que es cierto que en el mundo del bondage pueden entrar en juego actitudes y prácticas compartidas con el infantilismo parafílico.

Hush a Bye Baby Club es el exclusivo lugar en el que diferentes personas con esta afición se reúnen para compartir impresiones y disfrutar de cómo les quedan las prendas de bebé. A veces, es positivo encontrar personas que se comportan como tú para poder vivir este tipo de aficiones de manera más libre y abierta, pues no cabe duda de que un amplio sector de la sociedad para a fruncir el ceño cuando vea a estos señores vestidos de bebé.

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Las fotografías de Borland nos muestran de manera clara y contundente cómo es la imagen que proyectan hacia el exterior quienes experimentan la autonepiofilia.  Puede parecer de que se trata de hacer una broma o jugar con disfraces, pero nada más lejos de la realidad. Estas actitudes tienen un trasfondo que los retrotrae a una época en la que no había preocupaciones. Es posible que el estrés de la rutina diaria empuje hacia esta vía, ya que dentro del infantilismo se puede uno oponer y dar la espalda a todos esos factores del mundo adulto que tanto daño pueden hacer a nivel psicológico.

El trabajo de Borland se metió de lleno en las actividades de este club, una vez consiguió la confianza necesaria para que la acogieran en su seno. Esas actividades eran totalmente surrealistas, aunque habrían pasado por normales en caso de ser verdaderos niños los que jugaran.

El impacto visual entre la ropa y las actitudes de los protagonistas con el tamaño actual de estos es brutal, de ahí que las fotografías de Borland sean tan estremecedoras. Los psicólogos aún no han podido ponerse de acuerdo sobre si la incidencia de la autonepiofilia tiene su origen durante los primeros años de vida o en edad adulta, pero lo que queda claro es que estos hombres-niños no son normales y llegan a asustar a quienes no estamos en su círculo.