Aguas residuales recicladas. Aunque la idea de beber agua residual cuenta con la resistencia de la mayoría de las personas, puede ser una de las más eficaces soluciones para enfrentar el inminente desabastecimiento de agua potable en el planeta, agravado por el creciente consumo y las sequías -consecuencia del cambio climático- cada vez mayores.

Actualmente hay muchos países que cuentan con la tecnología necesaria para reaprovechar el agua residual: Israel, Estados Unidos, Singapur y Namibia, entre otros, poseen modernas plantas potabilizadoras de agua, capaces de producir millones de litros del precioso líquido aptos para todo tipo de consumo.

Israel fue el país pionero en el desarrollo de envidiables técnicas de reciclaje de aguas negras para la agricultura. Allí se realizan controles de calidad muy rigurosos y que vienen siendo adoptados en otros lugares que llevan a cabo esta actividad, lo cual garantiza que se pueda usar con absoluta confianza.

Sin embargo, millones de personas se niegan a aceptar esta realidad, aun sabiendo que el tratamiento de aguas negras constituye una respuesta más que favorable para el desabastecimiento, problema prácticamente imposible de solucionar de otra manera.

Las encuestas no mienten: diversos análisis han demostrado que la mayoría de las personas haría lo posible por evitar consumir «agua de alcantarilla». Mientras tanto, las inversiones para mejorar la tecnología y las cualidades de las aguas recicladas son cada vez más altas.

En el condado californiano de Orange, en los Estados Unidos, se desarrolló la mayor planta de reciclaje para el consumo humano, con una generación de nada menos que 265 millones de litros de agua diarios.

Mientras tanto, hay otros importantes proyectos en marcha en el país, así como ocurre en España, donde se anunció hace dos años la potabilización de gran parte del agua de la depuradora catalana de Prat.