Últimamente nos preocupamos por nuestra salud, que es lo que debemos hacer, y por eso, de vez en cuando, nos sometemos a revisiones periódicas. Nos alarmamos cuando descubrimos un nuevo lunar en nuestro cuerpo, y pensamos una y otra vez si es maligno o benigno. No recomendamos leer este tipo de artículos cuando estás en ese estado de preocupación, pero al menos así sabrás si debes preocuparte, y prepararte mentalmente para lo peor, o simplemente, esperar la noticia del médico.

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Por ejemplo, los lunares malignos crecen de forma asimétrica, mientras que los benignos, en círculo, y hacia fuera. También hay que tener en cuenta el tamaño, porque los malignos suelen crecer de una forma alarmante, rápida, e irregular. Incluso algunas veces, suele crecer y aparecer como una seta, de un día para otro. Hay que fijarse, además en los bordes, porque  se supone que un lunar benigno tiene los bordes claros, cuando por el contrario, los lunares malignos tienen los bordes irregulares, con entrantes y salientes. 

Lunares

Luego hay otro tipo de lunares, que son de otro color, como de un color rojo o granate. No tienen por qué preocuparnos, pero hay que vigilar la textura, los bordes y el tamaño, y a qué ritmo va creciendo. No hay que preocuparse demasiado, porque la razón más habitual de la aparición de este tipo de manchas de la piel se debe a algunos hábitos de la alimentación que han cambiado. 

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Y si tienes dudas por los pelos en los lunares, no hay que hacer caso a las leyendas y mitos que decían que si te quitabas un pelo de un lunar, te salía cáncer, o se malignizaba. No tiene por qué, ya que los pelos en los lunares son una señal de que el lunar ha madurado y no tiene por qué seguir el avance del crecimiento.