Siempre dicen eso de: «¡No sabe hacer ni un huevo frito!» Pero amigos, un huevo frito perfecto tiene su ciencia, así que debemos seguir unos cuantos consejos para que salga casi a la perfección y sea EL HUEVO FRITO por excelencia. Cada uno tiene sus trucos, claro, pero nosotros te enseñamos algunos de los nuestros.
En primer lugar, tienes que saber el aspecto que tiene un huevo frito perfecto: puntas crujientes y doradas, la yema líquida y la clara que esté bien hecha, sin partes transparentes. Llegar a ese punto es cuestión de técnica y de práctica. La teoría es bastante sencilla: hay que dejar calentar la sartén con el fuego alto, y echarle un chorro de aceite. Solo cuando empiece a echar un poco de humo (no demasiado), es cuando echamos el huevo. Lo más sencillo es haberlo echado previamente en un plato, para que no salpique demasiado.
Entonces, debemos reducir el fuego, a medio-alto. Intenta no asustarte ni saltar cuando empiece a salpicar aceite, porque en menos de un minuto estará hecho. Eso sí, el truco que utilizan la mayoría de nuestras madres es el de echar un poco de aceite al huevo, salpicándolo con la espátula, para que se haga en todas las partes. En medio minuto más, nuestro huevo estará perfecto, así que se apaga el fuego, y se echan las especias: sal y pimienta, y luego lo que queramos, ya sea orégano u otra hierba. Hay quienes usan en vez de aceite, mantequilla, pero eso es cuestión de gustos.
Otros tienen otra táctica, que es la de hacer el huevo por partes. Para eso, usan una botella para separar la yema de la clara, y echan primero la clara a la sartén y colocan la yema donde quieran, ya sea en medio o en un lateral. Después, se le echa un poco de aceite caliente a la yema, con la espátula, para terminar de hacerlo un poco más, y queda perfecto. Si no sabes a qué nos referimos con separar la clara de la yema con una botella, te dejamos también un vídeo.
