Somos muy propensos a tirar de la frase “¿te acuerdas de…?” Pues el otro día, me acordé de los noventa, esa década, en la que puede que no hubiese hecho falta guardar alguna que otra foto. Si pienso en los candados enganchados a las zapatillas, o en las dos greñas perfectamente lisas que colgaban de nuestros flequillos ¿me estoy remontando a una estética mítica? No, no es para tanto, pero es un clásico. Esas botas que se rellenaban con calcetines, o esos pantalones de chándal que sonaban como bolsas de basura al rozarse, queramos o no, es motivo de una conversación cargada de risas.

90-Ghetto-Blaster-Chester-Cheetah

 

En los noventa además, nos acompañaron las Spice Girls y Los Backestreet Boys, grupos míticos de las grupies del momento. Justin Bieber tiene mucho que aprender de los Boom Boom Chip, porque lo que molaba antes, no era tener tatuajes, sino un rol definido; ¿A ti quién te gusta, el macarra, el serio, el deportista, el guapo…? Y para siempre estar acompañados de nuestros grupos favoritos, nos llevábamos el walkman al cole. En el recreo, no nos dedicábamos a pintarnos las uñas, pues intercambiábamos cartas de escribir con olor y diferentes dibujos. Y, aún hay una cosa más fuerte, hubo una época en los noventa, en la que en los patios de los colegios no existía el fútbol, sino los tazos. Esas chapas de plástico con diferentes dibujos, ¿tienes repe?

 

Los pantalones pitillo eran diferentes, pues terminaban con una especie de goma que hacía que tus tobillos se hincharan de lo lindo. Respecto a las zapatillas, qué puedo decir, pues que eran las del “mercata”, las típicas blancas, o esas que tenían menos suela que unas chanclas y eran de diferentes colores. Vamos, las antiguas Convers. La vestimenta no es algo que se pueda pasar por alto, había dos clases bastante reconocibles; los bakalas y los que iban a la moda. Los bakalas, lucían chándal y sudadera, y cuando las chicas se ponían “monas”, usaban unos pantalones de tela con campana, acompañados por un dibujo en la parte de detrás del pantalón, justo arriba del culete. Los dibujos, podían ser de la marca de la época o tribales y símbolos varios.

 

Arreglarse el pelo, no era tarea fácil, se necesitaba una pinza grande, gomina y espuma. Se puso de moda el corte cenicero o de casco; pelo totalmente rapado menos el flequillo, y todo en punta, rodeando media cabeza. Por otro lado, estaban los modernos, los que llevaban el plumas y las botas Bestard del momento.

 

Ahora, domina el reggaeton, la moda choni y raparse un lado del pelo. El Messenger es agua pasada y las adolescentes ya no se pelean con sus madres por la factura del teléfono, pues, tienen whatsapp. Supongo que dentro de unos años, también lo recordaré en alguna que otra conversación.