Ya hemos visto cuáles son los cuadros más caros de todos los tiempos, y nos hemos dado cuenta de que muchos de ellos pertenecen al movimiento del Expresionismo Abstracto. Y es uno de esos movimientos artísticos que prácticamente nadie entiende, porque lo que vemos produce que digamos «eso lo podría haber hecho yo». Pero no lo hemos hecho nosotros, y efectivamente, se considera arte. ¿Por qué?

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El expresionismo entra en el conjunto de la abstracción, es decir, la no utilización de la pintura no figurativa, que es lo que tradicionalmente sí que se considera arte, puesto que reconocemos el objeto representado. La abstracción no tiene por qué tratar solo de emociones, sentimientos, sino también puede hacer referencia a personas y objetos.

El expresionismo surge en los años 40 del siglo pasado, en Estados Unidos, y algunos de sus representantes son Jackson Pollock, o Willem de Kooning, con cuadros que no entenderemos, pero que tienen su significado, claro está. Dentro del expresionismo, luego se abren dos ramas: por un lado, el action painting, que se centra en el acto, como indica su nombre, y por el otro lado, los campos de color, cuyo representante sería, por ejemplo, Mark Rothko y sus cuadros de colores.

El action painting, por ejemplo, trata de la acción del arte, de la forma en la que se crea, que puede ser por cualquier vía, hasta la más insólita. También se llama «pintura gestual», puesto que se hace con gestos espontáneos, de ahí que ninguna de las obras de Jackson Pollock sean iguales, aunque a nosotros sí que nos los parezca.

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Si hablamos de los campos de color, podemos decir que es el precursor de los cuadros minimalistas, y aquí, los grandes representantes son Rothko y Newman. Lo que se busca es que el que lo ve, encuentre la emoción, la serenidad, y la tranquilidad del color, en oposición a la violencia de la acción del otro movimiento.