«Juego de Tronos» es una de esas series de televisión que van a pasar a la historia por muchos motivos. Tiene sus polémicas, sí, como las peleas con aquellos que son lectores de G. R. Martin, y que se toman cada capítulo de la serie como un juego de «encuentra las diferencias».

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Pero si algo caracteriza a «Juego de Tronos», es que es una gran producción, como si de un cine se tratara. No es de extrañar, pues la ambientación, la caracterización de personajes, y el caché de alguno de ellos, todo junto, hace que sea de las series más caras de la historia.

Se dice además, que cada episodio cuesta, más o menos, unos seis millones de dólares. Dos o tres veces más que una serie normal para un canal de pago. Pero los productores quieren hacer las cosas a lo grande, y se empeñan en gastar cada céntimo en los sets, y en los nombres de los actores. Imagina cuánto debe costar cada vestuario. Vale, hay muchas partes que no deben costar mucho porque aparecen medio desnudos, y fornicando, pero aparte de esas escenas, luego el vestuario tiene una gran calidad, sobre todo en los trajes reales.

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Además, hay que pagar también las localizaciones. Se ha rodado en España, pero también en Irlanda, Islandia y Croacia, y trasladar al equipo necesario para rodar escenas de gran calidad, también cuesta. Por no hablar de los efectos especiales. El episodio titulado «Aguas Negras», en el que hay una gran batalla en el agua, costó 8 millones de dólares, aunque mereció la pena, porque fue calificado como «el mejor episodio de todos», en cuanto a calidad y tecnología. ¿Merece la pena pagar tanto? Evidentemente, no lo harían si no pudieran. Además, lo que ganan vendiendo los espacios publicitarios de entre medias, también es un gran incentivo para gastarse todo el presupuesto.